No lo he podido evitar. Aquí estoy de nuevo para hablar de Moros y Cristianos. Desde hace un par de semanas tenía pensado escribir una entrada para contar una anécdota que me ocurrió aquí, en la Universidad de Ansbach, en plena Franconia alemana (sí, aunque pueda sorprender, una anécdota relacionada con los Moros y Cristianos en estos lares), pero he ido dejando pasar los días, pues el intenso (y urgente) trabajo me impedía dedicar unos minutos a ese menester.
Pero entre ayer y hoy, dos hechos me han empujado irremediablemente a dejar por un momento las búsquedas bibliográficas y los textos académicos para escribir estas líneas, pues el desasosiego que me ha producido la primera de esas circunstancias (la ocurrida ayer), me tenía bastante inquieto. Así que aquí os dejo mis tribulaciones, por si alguien es tan insensato de perder su tiempo leyéndolas.
Si he de ser sincero, anoche estuve a punto de escribir la entrada y al final, me contuve. Pero hoy ha sido imposible hacerlo, sobre todo al recibir vía Whatsapp ciertos mensajes y fotografías desde mi querido Torrent, que han avivado la llama festera en mi interior (obviamente, este es el primer lance al que he hecho referencia).
Los recién escogidos cargos festeros para las próximas Fiestas de Moros y Cristianos de Torrent del 2016, encabezados por el capitán del bando moro y sus Califats Sarraïns, han organizado una fantástica comida (por lo que he podido percibir en las fotos) a la que han acudido un gran número de amigos. Sin duda, me hubiera gustado estar allí y todos ellos lo saben bien. Aprovecho para enviarles un fuerte abrazo.
A la vista de las fotos que me han ido llegando, no he podido dejar de pensar en uno de los aspectos fundamentales que tiene la fiesta de Moros y Cristianos, su papel socializador, cohesionador y de apuntalamiento de la colectividad. Ese colectivismo que promueve una fiesta como la nuestra, es uno de los valores fundamentales de nuestra cultura y un sustento esencial para la sociedad en general. Más allá de los aspectos históricos o culturales, de los que ya he hablado en otras ocasiones, estos aspectos sociales son esenciales para la supervivencia de la fiesta.
Un claro ejemplo del papel socializador del que hablo es la anécdota que en principio iba a motivar esta entrada. Vamos con ella y comprobaréis que al final todo está interrelacionado.
Los alemanes tienen fama de ser serios y distantes (o al menos, de serlo más que nosotros), y aunque supongo que habrá de todo, ciertamente por lo general esa es la primera impresión que causan. Pues bien, como decía al principio, hace un par de semanas, presentándome a uno de los profesores del Máster que responde a ese arquetipo y tras comentar brevemente mi experiencia profesional, me preguntó por mi afición favorita. Lógicamente, antes de decirle directamente que la actividad que ocupa prácticamente todo mi tiempo libre son los Moors and Christians (el idioma en el que me desenvuelvo es el inglés), preferí explicarle que mi afición era organizar y participar en una serie de representaciones históricas que conmemoran las batallas de la época de la Reconquista. Pensé que diciéndole directamente el nombre de nuestra fiesta no entendería de que se trata, pero me llevé una enorme sorpresa, pues cuando todavía no había acabado de hacer mi explicación, me interrumpió y con un español típicamente alemán y cambiando totalmente la expresión de su rostro con una enorme sonrisa, espetó:
– Oooooh! Jaaa, los Mourrrosss y Crrristienos!!
Podéis imaginar mi tremenda sorpresa y alegría al oírle pronunciar esas palabras. Os puedo asegurar, que desde ese momento, el tono de la conversación cambió totalmente, creándose un clima mucho más distendido y cómodo para los dos, e incluso las posturas y los rostros de ambos se relajaron convirtiendo el diálogo en una charla amigable. El profesor me explicó que conoce las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy y las de Llutxent, donde tiene amigos. Y precisamente destacó lo a gusto que se encuentra cuando los visita con motivo de las fiestas, por el trato que recibe, pero sobre todo por el carácter social de la fiesta (es profesor de Gestión y Comunicación Intercultural, entre otras cosas, por lo que digo yo que sabrá de lo que habla).
Con esto quiero mostrar el enorme poder que esta fiesta tiene para crear lazos entre las personas. Y una vez más, me remito a la frase de un gran amigo y festero: “la fiesta de Moros y Cristianos es la mejor manera que conozco de hacer amigos”.
Retomemos ahora la segunda de las circunstancias, la ocurrida ayer, que me ha empujado a escribir el post y enlazaré con lo comentado hasta ahora. Resulta que en la habitual revisión que suelo hacer de ciertas páginas dedicadas a la información de Moros y Cristianos, encontré un enlace a una noticia con este titular: “Los arcabuces revientan a la UNDEF. Diversas poblaciones podrían crear una asociación paralela”. Echadle un vistazo y comprenderéis de lo que hablo a continuación.
Al profundizar en la lectura del artículo, vuelvo a constatar una vez más algo que ya he comentado en otras ocasiones, la inoperancia de una entidad que vive anclada sobre no sé bien que objetivos. O más que inoperancia, pasividad o incluso apatía. Es evidente, que esta nave necesita un cambio radical de rumbo o la deriva la llevará al abismo.
Y no hablo sólo de un cambio de estatutos o de reglamento (que aunque realizado de forma efectiva, creo que ha sido una ocasión perdida para iniciar dicho cambio de rumbo), ni de un cambio de personas (siento un alto aprecio y estima por las personas a las que conozco de la actual Junta Directiva de la UNDEF y valoro su capacidad). Hablo de un cambio radical de actitud, de objetivos, de estrategia, una refundación si se quiere utilizar la expresión. En otras ocasiones he hablado de falta de ambición en la gestión de una entidad que aspira a ser “nacional” y que agrupa sólo a un porcentaje muy pequeño de las poblaciones festeras españolas; también he hablado de estrechez de miras, pues los modelos de la fiesta van mucho más allá de la tan manida “Trilogía Festera”; pero de lo que hablo ahora creo que es lo más grave de todo. La UNDEF está perdiendo su carácter social.
Mi primer contacto con la UNDEF se remonta a la entrada de Moros y Cristianos de Calpe en octubre del año 2006. Aquel día acudí a la tribuna de autoridades festeras del municipio costero alicantino representando a la Junta de Fiestas de mi localidad natal, Muro del Alcoy, de la que era Cronista de Fiestas. Desde entonces he mantenido un contacto continuado con la UNDEF, al pasar luego a ser Presidente de la citada Junta de Fiestas y más adelante Vicesecretario y también Presidente de la Federación de Moros y Cristianos de Torrent.
Durante todos estos años, en el seno de la UNDEF se ha hablado, se ha debatido, se ha discutido mucho sobre muchas cosas, pero lo cierto es que al final, los problemas más importantes que tenía la fiesta por resolver en 2006, son básicamente los mismos problemas importantes que tiene la fiesta por resolver a finales de 2015 (y no voy a entrar de nuevo a comentarlos).
En muchas ocasiones, conversando con colegas de otras poblaciones, surgía en mitad del diálogo una pregunta a la que nadie sabíamos dar una respuesta concreta: “¿Para qué sirve la UNDEF?” Al final, y tras intentar sacar aspectos positivos de nuestra pertenencia a la entidad (en temas de gestión siempre nos hemos quedado con el Convenio del Seguro que es con diferencia lo que más nos ha beneficiado a las poblaciones, y no todas), siempre llegábamos a la misma conclusión: lo más positivo y lo que más valor da a la UNDEF es el contacto entre poblaciones, los lazos creados, en definitiva la socialización y el colectivismo de los que he hablado antes. Que por otro lado, ya son aspectos muy importantes por sí mismos.
Pero es que ya ni eso. De la lectura del artículo que he citado antes, además de quedar claro el descontento de ciertas poblaciones en los temas de gestión, es evidente el desencanto existente entre dichas poblaciones. Las tres localidades con más número de festeros que tenía la UNDEF han salido de ella en los últimos años y según parece otras están pensando en hacer lo propio. Pero lo grave no es eso, lo grave es que están pensando en crear una asociación paralela, porque la UNDEF no es capaz de cubrir la necesidad primera y fundamental de las Juntas Festeras entendidas como individuos: de nuevo, la socialización, el colectivismo, la pertenencia a un grupo.
Recientemente, he dejado, por cuestiones profesionales, la presidencia de la Mancomunitat Festera de Moros i Cristians MAFEMiC, que agrupa a varias poblaciones de las comarcas del norte de la provincia de Valencia. La semilla de esta entidad es precisamente ese sentimiento de aislamiento de ciertas poblaciones pertenecientes a la UNDEF que no se sentían parte de un colectivo (algo similar a lo que ocurre en las poblaciones del artículo, aunque en este caso nunca pensamos en dejar la UNDEF). Al inicio del proyecto se le dejó bien claro a la UNDEF que MAFEMiC no era un competidor, sino un aliado. Podía ser una magnífica oportunidad para servir de puente entre la UNDEF y una enorme cantidad de poblaciones festeras jóvenes con ganas de crecer, de hacer las cosas bien. Pero siempre se nos miró con recelo y la UNDEF se ha mantenido como siempre, anclada sobre no sé bien que objetivos, esperando que sean las poblaciones quienes se acerquen a ella, cuando no ofrece ningún incentivo para que eso ocurra.
Seguramente todos los que formamos la UNDEF tenemos parte de culpa de esta situación, pero para poder revertirla, tiene que ser la propia UNDEF la que de forma definitiva leve anclas, fije un rumbo claro y sea quien se acerque a aquellos que han dejado de creer en ella. Sólo de esta forma, volverá a tener sentido.