Prefacio de la Guía (extraído de la misma)
«La Guía para la Evaluación de Políticas Públicas pretende ser una recopilación sistematizada de diversos modelos de evaluación, centrada en recoger los conceptos clave y las herramientas de análisis que permitan disponer de un esquema metodológico, amplio y flexible, para ser adaptado a la evaluación de planes y programas de intervención pública.
Para ello se estructura en CINCO CAPÍTULOS:
En el capítulo 1: «Introducción al concepto de evaluación», se delimita el objeto de análisis y se resumen las principales aportaciones teóricas. También se abordan las funciones y utilidad de la evaluación, haciendo especial hincapié en las posibilidades previas que tiene un programa de ser evaluado (evaluabilidad) y en los distintos tipos
de evaluación que pueden acometerse.
Partiendo de los supuestos de la existencia de un estudio de necesidades, de la definición de objetivos y del establecimiento de una estrategia de intervención en el programa a evaluar, en los capítulos 2 a 4 se definen distintos tipos de evaluación. Su desarrollo atiende a la clasificación de la evaluación según su contenido; es decir, según los elementos del programa que se esté evaluando. Esta opción ha sido tomada sobre la base de considerar que tal perspectiva amplía la interpretación temporal de la evaluación, entendiéndola como una «filosofía» o «cultura» de la planificación que debe imbuir todas y cada una de las fases de elaboración y ejecución de programas.
En el capítulo 2: «Evaluación conceptual o de diseño», se destacan los aspectos relacionados con aquellos elementos que justifican la necesidad de la intervención y el diseño de su estrategia: problemas, medios y objetivos.
El capítulo 3: «Evaluación del sistema de gestión», está dedicado a la evaluación de los procedimientos puestos en marcha por los centros gestores para ejecutar y gestionar las actuaciones de programas públicos, como vía para mejorar su aplicación, su eficacia y eficiencia.
En el capítulo 4: «Evaluación del sistema de seguimiento de programas», se examinan los mecanismos y procedimientos necesarios para la recogida de información, que antes, durante y una vez finalizado el programa, será necesaria para evaluar la intervención.
Por último, en el capítulo 5: «Técnicas de evaluación de la eficacia y eficiencia», se realiza una revisión de las principales técnicas usadas para la evaluación de resultados e impactos, identificando sus ventajas e inconvenientes y señalando algunas de las aplicaciones consideradas más relevantes.
Además de a los contenidos, se ha prestado una especial atención a la expresión formal. Por ello, la guía contiene un breve glosario de términos para la comprensión de la terminología específica de la evaluación, junto a referencias bibliográficas que pueden servir de apoyo a quienes deseen profundizar en la materia. Pero la guía también ha sido maquetada con la pretensión de ser una herramienta de trabajo como tal, de ahí las numerosas referencias a casos prácticos, los gráficos explicativos, así como la posibilidad de hacer anotaciones en los márgenes establecidos a tal fin.
Está pues el lector ante una guía que, a modo de cuaderno personal, deseamos le sirva en sus tareas de evaluación.»
Carolina Márquez Guerrero